Hoy vamos a descubrir lo que significa viajar solo en moto, hacer largas rutas en solitario y donde buscar la motivación para no perecer en el intento.
Hoy te voy a hablar de las lecciones de vida que he aprendido mientras he atravesado decenas de países y regiones a lo largo y ancho de nuestro mundo.
Te voy a hablar de lo que supone la libertad de elegir horarios, velocidad y paradas. De viajar a tu ritmo y de decidir en cada momento hacia donde y hasta donde quieres llegar hoy.
Te voy a hablar de la adicción a esos viajes donde todas las decisiones dependen de ti.

¿Empezamos este solitario viaje en moto?
Las primeras veces que salgas de viaje en moto tú solo, es habitual lo hagas disimulando los nervios o incluso el miedo que supone enfrentarse a lo desconocido y pensar que no vas a tener a nadie a tu lado para ayudarte y que lo vas a tener que hacer todo por tu cuenta y riesgo. Es el miedo a enfrentarte a la soledad, a perderte por algún sitio, a quedarte sin dinero o, porque no, el miedo a enfermar.
Esos son miedos no son nuevos y son muy comunes entre los que viajamos solos, pero hoy me gustaría que acabaras este post entendiendo lo que significa exactamente viajar solo, ya que cuando viajas solo, estás solo. No tienes a nadie con quien hablar ni reír, ni nadie con quien tomar algo al final de un día de muchos kilómetros.
Ese viaje, te va a enseñar a ser sociable, ya que de lo contrario te puedes pasar varios días sin hablar con nadie y también aprenderás a enfrentarte a tus limitaciones y a todo los problemas tú solo. Levantarás y empujarás la moto tú solo y si te quedas sin gasolina, te tocará a ti ir hasta una estación de servicio dejando la moto en la cuneta, rezando para que no le pase nada y que todo siga allí cuando regreses.

Entonces, ¿que hace a esos viajes en solitario tan adictivos?
Seguramente sea el hecho de saber que estás enfrentándote por ti mismo a tus sueños y desafíos. Sin la ayuda de nadie. Eso te convierte en el guionista, el director y el actor principal de la historia de propia vida y donde los aciertos y errores son responsabilidad tuya y de nadie más. Gestionar esas decisiones pondrá a prueba la capacidad que tienes para afrontar las consecuencias.
También sabes que el camino que estás recorriendo y las personas que estás conociendo en ese momento, difícilmente se volverán a encontrar en el tiempo y en el espacio. Estáis tú, el paisaje y la distancia unidos en un abrazo que jamás se volverá a repetir. Esos momentos, te hacen vivir con intensidad el presente a la vez que, las largas jornadas de ruta, te dan tiempo para ordenar tus pensamientos y pensar en el futuro.

Rompiendo estereotipos.
Viajando solo, romperás algunos de los prejuicios sociales más extendidos, por que las personas que irás conociendo te demostrarán que ni todos son tan malos ni todos son tan buenos como nos quieren hacer creer. Te darás cuenta de que nadie tiene la última palabra mientras vas aprendiendo sobre la historia, la geografía y las costumbres de los distintos lugares que vayas cruzando.
Con cada persona nueva que conozcas, con cada lugar por el que pases, con cada cosa nueva que aprendas, tu punto de vista respecto al mundo irá cambiando.
Estarás más dispuesto a dejarte sorprender a pesar, o quizás gracias, a no disponer de las comodidades a las que que estas acostumbrado en tu hogar, y para hacerte entender tratarás de aprender 4 palabras en el idioma del país que en ese momento te esté acogiendo. Hola, adiós, gracias y por favor, son palabras más que suficientes para que esas breves conversaciones acaben dejando un buen recuerdo en ambas partes.
Te encontráis viajando con un equipaje mínimo pero sintiéndote capaz de llegar al fin del mundo sin echar en falta nada. Todo lo que necesitas lo llevas en tus maletas y sabes que cualquier cosa extra que lleves necesitará de tu atención para no perderla o para que no se estropee y esa atención la quieres invertir en disfrutar de la ruta o de las personas con las que has coincidido ese día, no para cuidar de cosas innecesarias.

Lección de actitud.
Día tras día, el camino te mostrará todas sus caras. Unas veces el camino estará alegre, otras triste y otras enfadado, pero lo que va a a enseñarte es como afrontarlo todo con una actitud positiva.
Los momentos en los que no encuentras esa actitud positiva, se convierten en páramos grises repletos de cenizas, pero basta un rayo de sol, una montaña nevada en el horizonte o un pastor con su rebaño junto al camino para que la decisión de seguir adelante con el viaje haya valido la pena.
Viajar en moto solo, pondrá a prueba el conocimiento que tienes sobre ti mismo y sobre tus posibilidades. Si eres capaz de escuchar a tu cuerpo sabrás cuando parar y cuando continuar. Ese conocimiento se adquiere con el tiempo y te lo otorgará la experiencia y la paciencia. Me refiero a que si nunca saliste de tu comunidad autónoma, será difícil que estés mentalmente preparado para plantearte dar la vuelta al mundo en moto. Si sabes escucharte, sabrás hasta donde llegar la próxima vez.
Al regreso del viaje,
Cuando has conseguido realizar ese viaje soñado, cuando todas las dificultades que has superado han sido instructivas, cuando las personas que has conocido y los paisajes que has cruzado han dejado huella en ti y por fin vuelves a casa, descubrirás que te has regresado con algo de todo eso contigo, que la confianza en ti mismo ha mejorado considerablemente y que, durante mucho tiempo, te encontrarás contando, a amigos y familiares, las mil y una aventuras de aquel viaje que un día decidiste hacer tu solo y en moto.